Agricultura Urbana

¿QUE ES Y COMO NOS BENEFICIA LA AGRICULTURA URBANA?





La agricultura Urbana es la producción alimentos de origen agrícola en pequeña escala aprovechando espacios del área urbana o peri urbana que puede ser privada residencial, o espacios públicos como balcones, paredes, terrazas o techos de edificios, calles públicas o márgenes y antiguos lechos o terrazas deforestados de los ríos, plazas, plazuelas, paseos, etc. . En particular se refiere a la producción de cultivos agrícolas  frutihorticolas, ganado menor, aves, peces en acuarios y forestación, dentro o en los alrededores del área urbana. 

Lo positivo de la producción Urbana lo podemos resumir en lo siguiente: 


- Contribución a la creación de economías locales: 
La producción localizada de alimentos en áreas urbanas y peri-urbanas crea economías locales fuertes al crear puestos de trabajo. Algunos investigadores indican que estos centros de producción deberían reducir la tasa de desocupación en pueblos y grandes ciudades. Los proyectos de agricultura urbana están comenzando a abrir un nuevo mercado laboral 

- Contribución al ahorro energético: 
El sistema de agricultura industrial actual se caracteriza por altos costos energéticos debido a la necesidad de medios de transporte. La energía utilizada para transportar alimentos, con la agricultura urbana se reduce al producir en el área urbana sus alimentos de forma local. 



- Contribución a la obtención de productos de calidad alimentaria: 
La frescura, el aroma y el gusto de estos productos locales son subjetivos; pero muchos manifiestan su preferencia por estos productos locales, a los obtenidos de la producción industrial. 

- Contribución a la sostenibilidad productiva y al medio ambiente: 
La agricultura urbana aplica técnicas de producción de alimentos más sustentable, evitando el uso de pesticidas peligrosos, conservantes que en muchos casos atentan contra la salud humana y ambiental. 


DATOS ACTUALES


Hoy en día, en Bogotá se calculan unos 10.000 agricultores urbanos, sin tener en cuenta los programas universitarios que adelantan, por su lado, iniciativas similares. Pero no se trata de nada nuevo. Antes de la intervención del Jardín, las personas ya cultivaban en sus casas.

Los campesinos y la población desplazada que se asentaba en las periferias y en los cinturones de pobreza y concreto que rodean Bogotá venían a la ciudad con una tradición agrícola arraigada, que persistía incluso en el destierro. Sin embargo, se trataba de un mero divertimento, de un ejercicio nostálgico que necesitaba de un método que regulara los tiempos y las cosechas para que el objetivo diera unos resultados reales.




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